¡Málditos dedos!
Mis dedos se han sublevado. Se han declarado en huelga, hasta tal punto que he estado 6 minutos escribiendo con un lápiz en la boca.
Me ha parecido notar algo extraño mientras me lavaba los dientes esta mañana, como un cosquilleo que se trasmitía de uña en uña. -
Será que aún estoy dormido- he pensado, legañoso.
El primero en abandonar su puesto de trabajo ha sido el índice derecho, que se ha separado del teclado con decisión, y pronto lo han seguido la mayoría de dedos restantes. Los pulgares parecían no querer unirse a la huelga, pero pronto se han dado cuenta de que poco harían dos rechonchos dedos contra ocho revoltosos.
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¿Que queréis? ¡Venga a trabajar!- Les he susurrado para no ser descubierto en la oficina.
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¡Menos plástico y más piel! ¡Menos plástico y más piel! ¡Menos plástico y más piel!- han proclamado, exaltados.
Las horas que mis dedos pasaron ayer recorriendo tu espalda, tus costados, tu pecho, tu nariz y tus cejas aún siguen vivos en su memoria. Y quieren más.
Tras arduas negociaciones he conseguido convencerlos, argumentando que el plástico, las teclas, a veces son un camino a tu piel; han vuelto al trabajo medio convencidos... Aunque de vez en cuando los oigo canturrear por lo bajini,
"¡Menos plástico y más piel!"